El calor equivale a la energía calorífica que poseen los cuerpos y la temperatura es la medida del contenido de calor de un cuerpo.
Los conceptos de calor y frío son completamente relativos y sólo se pueden establecer con la relación a un cuerpo de referencia como puede ser la mano.
Lo que se distingue con más exactitud es la temperatura del objeto o más puntualmente, la diferencia entre la temperatura del cuerpo y la de la mano. A pesar de que la sensación advertida sea más intensa cuanto más alta es la temperatura, es sólo una valoración inexacta que no puede pensarse como medida de temperatura.
Para realizar una medición de la temperatura usamos las propiedades del calor, como la dilatación. La mayoría de los cuerpos aumentan de volumen al calentarse y disminuyen cuando se enfrían.
En los sólidos, el volumen suele ampliarse en todas las direcciones. La dilatación es, una primera propiedad térmica de los cuerpos, que nos permite obtener una noción de la temperatura. La segunda magnitud fundamental es la cantidad de calor que reciben o dan los cuerpos al calentarse o al enfriarse, respectivamente.
La cantidad de calor que hay que proveer a un cuerpo para que su temperatura aumente en un número de unidades fijado es mayor cuanto más elevada es la masa de dicho cuerpo y es proporcional al calor específico de la sustancia de la que está constituido.
